Dios trastorna la naturaleza, 29 de septiembre
El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho está.
Entonces hubo relámpagos y voces y truenos, y un gran temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no lo hubo jamás
desde que los hombres han estado sobre la tierra. Apocalipsis 16:17, 18.
Necesitamos estudiar el derramamiento de la séptima copa. Los poderes del mal no abandonarán el conflicto sin luchar.—
Comentario Bíblico Adventista 7:994.
En medio de los cielos conmovidos hay un claro de gloria indescriptible, de donde baja la voz de Dios semejante al ruido de
muchas aguas, diciendo: “Hecho es”. Apocalipsis 16:17.
Esa misma voz sacude los cielos y la tierra. Síguese un gran terremoto, “cual no fue jamás desde que los hombres han estado
sobre la tierra”. vers. 18. El firmamento parece abrirse y cerrarse. La gloria del trono de Dios parece cruzar la atmósfera. Los montes
son movidos como una caña al soplo del viento, y las rocas quebrantadas se esparcen por todos lados. Se oye un estruendo como de
cercana tempestad. El mar es azotado con furor. Se oye el silbido del huracán, como voz de demonios en misión de destrucción.
Toda la tierra se alborota [289] e hincha como las olas del mar. Su superficie se raja. Sus mismos fundamentos parecen ceder. Se hunden
cordilleras. Desaparecen islas habitadas. Los puertos marítimos que se volvieron como Sodoma por su corrupción, son tragados por
las enfurecidas olas. “La grande Babilonia vino en memoria delante de Dios, para darle el cáliz del vino del furor de su ira”. vers. 19.
Pedrisco grande, cada piedra, “como del peso de un talento” (vers. 21), hace su obra de destrucción. Las más soberbias ciudades de
la tierra son arrasadas. Los palacios suntuosos en que los magnates han malgastado sus riquezas en provecho de su gloria personal,
caen en ruinas ante su vista. Los muros de las cárceles se parten de arriba abajo, y son libertados los hijos de Dios que habían sido
apresados por su fe.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 694, 695.
286
(274)
Comentarios recientes