La salvación: una experiencia diaria, 16 de agosto
Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. 1 Corintios 10:12.
La caída de Pedro no fue instantánea, sino gradual. La confianza propia lo indujo a creer que estaba salvado, y dio paso tras
paso en el camino descendente hasta que pudo negar a su Maestro. Nunca podemos con seguridad poner la confianza en el yo, ni
tampoco, estando, como nos hallamos, fuera del cielo, hemos de sentir que nos encontramos seguros contra la tentación. Nunca debe
enseñarse a los que aceptan al Salvador, aunque sean sinceros en su conversión, a decir o sentir que están salvados. Eso es engañoso.
Debe enseñarse a todos a acariciar la esperanza y la fe; pero aun cuando nos entregamos a Cristo y sabemos que él nos acepta, no
estamos fuera del alcance de la tentación… Solo el que soporte la prueba, “recibirá la corona de vida”. Santiago 1:12… Los que [244]
aceptan a Cristo y dicen en su primera fe: “Soy salvo” están en peligro de confiar en sí mismos… Se nos amonesta: “El que piensa
estar firme, mire no caiga”. 1 Corintios 10:12. Nuestra única seguridad está en desconfiar constantemente de nosotros mismos y
confiar en Cristo.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 119, 120.
Hay muchos que profesan seguir a Cristo, pero que nunca llegan a ser cristianos maduros. Admiten que el hombre está caído,
que sus facultades están debilitadas, que es incapaz de hazañas morales, pero añaden que Cristo ha llevado todas las cargas, todos los
sufrimientos, toda la abnegación, y que están dispuestos a dejar que él lo lleve todo. Dicen que no hay nada que puedan hacer sino
creer; pero dijo Cristo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”. Mateo 16:24…
Nunca debemos descansar satisfechos de nuestra condición y cesar de progresar diciendo: “Estoy salvado”. Cuando se fomenta
esta idea, cesan de existir los motivos para velar, para orar, para realizar fervientes esfuerzos a fin de avanzar hacia logros más
elevados. Ninguna lengua santificada pronunciará esas palabras hasta que venga Cristo y entremos por las puertas de la ciudad de
Dios. Entonces, con plena razón, podremos dar gloria a Dios y al Cordero por la liberación eterna… No puede jactarse de la victoria
el que se reviste de la armadura, pues tiene todavía que pelear la batalla y ganar la victoria. El que soporte hasta el fin es el que será
salvo.—Mensajes Selectos 1:368, 369.
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