Después del Congreso de la Asociación General de 1901, Ellen White tuvo una visión en la que vio a los líderes de la Iglesia reconciliando sus diferencias, y confesando sus pecados que habían cometido unos contra otros. Cuando se terminó la visión, la señora White se dio cuenta de que lo que había presenciado no era una realidad. El orgullo y los corazones endurecidos de los delegados, impidieron al pueblo de Dios unirse. Profundamente afligida, ella comprendió que el Señor podría haber llegado mientras ellos vivían, pero el pueblo de Dios no entregó sus pensamientos y opiniones a la dirección del Espíritu Santo.
Este vídeo es la recreación de aquella visión.
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